Conoce más: Medio Ambiente Natural
Espacios Naturales Protegidos de Candelaria
Parque Natural Corona Forestal
Superficie: 46.612,9 ha
Municipios: Arafo, Candelaria, Güímar, Fasnia, Arico, Granadilla de Abona, Adeje, Guía de Isora, Santiago del Teide, El Tanque, Garachico, Icod de los Vinos, La Guancha, San Juan de la Rambla, Los Realejos y La Orotava.
En el Municipio de Candelaria, este espacio comprende el sector que discurre desde el límite con el Paisaje Protegido de Las Lagunetas hasta la cumbre. El fundamento de protección de este espacio se basa en que «forma parte de una zona eminentemente forestal que circunda el Parque Nacional del Teide, con las mejores muestras de pinar y matorrales de alta montaña de Tenerife. Además, los pinares se encuentran en las cabeceras de los grandes barrancos que forma la red de drenaje, por lo que juegan un importante papel en la captación de aguas y la conservación de suelos ante la erosión. La fauna y flora cuentan con una alta biodiversidad con especies protegidas. Es el único Parque Natural de la Isla y el mayor de los Espacios Naturales Protegidos de Canarias. Está representada, principalmente, por el monte de pinar que ocupa las cumbres de la Isla, algunos espacios de monteverde y una muestra de los retamares de la cumbre, así como interesantes comunidades rupícolas y otras asociadas a los cursos de agua. La zona que comprende el Parque Natural y la mayor parte de la Corona Forestal de la Isla, fue deforestada para diferentes aprovechamientos de la madera. En las primeras décadas del siglo XX, se llevaron a cabo campañas de repoblación forestal que trajeron consigo la construcción de pistas y la introducción de especies diferentes al pino canario para que la repoblación fuera más rápida, con pinos de California o pino insigne (Pinus radiata) y eucaliptos (Eucaliptus sp.).
Los pinares naturales se encuentran en la parte noroccidental y meridional de la Isla, con formaciones más o menos abiertas de pino canario (Pinus canariensis), con un sotobosque formado por escobones (Chamaecytisus proliferus), jaras (Cistus symphytifolius) y codesos de monte (Adenocarpus foliolosus). Como especies endémicas de Tenerife que se encuentran en este espacio encontramos la magarza (Argynanthemum vincentii), tres especies de chahorras o ‘chajorras’ (Sideritis oroteneriffae, S. soluta y S. eriocephala) y el bejeque (Aeonium smithii). En otras zonas también hay especies endémicas como la jarilla (Helianthemum teneriffae) y el trébol de risco (Dorycnium spectabile).
En cuanto a fauna, destacan los invertebrados, sobre todo los insectos. Entre los más interesantes están los escarabajos endémicos, como por ejemplo el bupréstido (Buprestis bertheloti). La mayoría de los vertebrados son aves, siendo la más interesante y símbolo de Tenerife el pinzón azul (Fringilla teydea teydea), exclusivo del pinar. También se puede encontrar en este ecosistema al pájaro carpintero, “picapinos” o “pájaro peto”(Dendrocopos major canariensis) o herrerillos (Parus caeroleus teneriffae). También existen especies de murciélagos, como el orejudo canario (Plecotus teneriffae) y el nóctulo (Nyctalus leisleri) o animales introducidos como erizos morunos (Antelerix algirus) y conejos (Oryctolagus cuniculus).
Paisaje Protegido de Las Lagunetas
Superficie: 3.800 ha
Municipios: El Rosario, Candelaria, Santa Úrsula, La Victoria, La Matanza, El Sauzal y Tacoronte.
Su finalidad de protección es el carácter forestal del paisaje. Según la ley 12/1994 constituye un paisaje montano y boscoso de gran valor, con un papel importante en la recarga del acuífero subterráneo y en la conservación de suelos.
En Candelaria, los terrenos afectados son de pinar natural de pino canario (Pinus canariensis) de alta densidad, con sotobosque escaso o con especies del fayal-brezal. Limita al sur con el Parque Natural de La Corona Forestal y consiste en un espacio montañoso de suaves laderas atravesadas por profundos barrancos, que forma parte de la Cordillera Dorsal o Dorsal de Pedro Gil. Entre la vegetación destaca el monteverde y el pinar, tanto el natural como el de repoblación y un sotobosque de jaras (Cistus symphytifolius), codesos de monte (Adenocarpus foliolosus) y escobones (Chamaecytisus proliferus).
Entre su fauna podemos encontrar invertebrados, principalmente representados por moluscos terrestres y vertebrados como varios tipos de aves, entre los que están el pinzón azul (Fringilla teydea), el mirlo (Turdus merula cabrerae) o el canario (Serinus canario), entre otras.
Paisaje Protegido Siete Lomas
Superficie: 1.013,9 ha
Municipios: Candelaria, Arafo y Güímar
Se sitúa en el Valle de Güímar y está atravesado por profundos barrancos que se extienden desde la cumbre hasta el mar, que cortan perpendicularmente el terreno permitiendo que sobresalgan siete pequeñas lomas. Es una zona de medianías de paisaje pintoresco con una vegetación transformada y carácter agrario, donde predominan los cultivos de autoabastecimiento con plantaciones de papas, viñas y árboles frutales.
En las coladas hay una interesante comunidad de líquenes, que constituyen el primer paso para la formación de suelo, acompañados en algunos lugares por ejemplares de pinos (Pinus canariensis) y de vinagreras (Rumex lunaria) que colaboran en la colonización. Sin embargo, en las zonas más escarpadas, lo que se dan son ejemplares de bosque termófilo como sabinas (Juniperus turbinata ssp. canariensis), acebuches (Olea europaea ssp. guanchica) o almácigos (Pistacia atlantica) y alguna especie amenazada, como la col de risco (Crambe arborea).
La fauna característica de este lugar son los invertebrados ligados a las coladas recientes y algún ave rapaz como el cernícalo vulgar (Falco tinnunculus) o el “aguililla” o ratonero común (Buteo buteo insularum).
Biodiversidad
El municipio de Candelaria cuenta con un destacado número de ejemplares de flora y fauna que se encuentran protegidos por sus valores ecológicos. Por este motivo, desde la Concejalía de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Candelaria, se han elaborado los “Itinerarios para la observación de la Naturaleza en Candelaria”. Se trata de seis guías que invitan a adentrarse en el medio natural del municipio para apreciar y saber reconocer las especies de flora y fauna más destacadas. Para ello se sirven de la Red de Senderos Locales de Candelaria, por donde discurren estos itinerarios que se pueden realizar de forma autoguiada.
Las Lagunetas
Las nubes cargadas de humedad que arrastran los vientos alisios chocan en el norte de la isla contra las montañas formándose el conocido “mar de nubes”, si se observa desde arriba, o “panza de burro”, cuando nos encontramos bajo él. En la Dorsal, este mar de nubes rebosa por La Esperanza y se desplaza adosado a la vertiente meridional en dirección al Valle de Güímar. Cuando ocurre esto, las nieblas envuelven al Pinar de Las Lagunetas y pequeñas gotitas de agua se van condensando sobre las hojas de los árboles. La humedad atrapada termina cayendo al suelo en forma de “lluvia horizontal”. Este bosque esponja favorece la recarga del acuífero, lo que se evidencia por la abundancia de galerías en esta zona.
Chacorche
Recorrer el barranco de Chacorche supone hacer un viaje a las entrañas de la Dorsal de Pedro Gil. La ausencia de actividad volcánica en los últimos cientos de miles de años en esta parte del gran edificio volcánico ha permitido que la erosión haya ido excavando este profundo barranco. Sus laderas, que alcanzan varios centenares de metros de altura, son como un libro abierto de geología donde se puede leer gran parte de la historia volcánica de la Dorsal a través de las coladas volcánicas apiladas una sobre otra que fueron levantando el edificio. Chacorche es, además, refugio de la gran mayoría de los endemismos botánicos más valiosos del municipio de Candelaria.
La Mesa
Recorrer el barranco de Chacorche supone hacer un viaje a las entrañas de la Dorsal de Pedro Gil. La ausencia de actividad volcánica en los últimos cientos de miles de años en esta parte del gran edificio volcánico ha permitido que la erosión haya ido excavando este profundo barranco. Sus laderas, que alcanzan varios centenares de metros de altura, son como un libro abierto de geología donde se puede leer gran parte de la historia volcánica de la Dorsal a través de las coladas volcánicas apiladas una sobre otra que fueron levantando el edificio. Chacorche es, además, refugio de la gran mayoría de los endemismos botánicos más valiosos del municipio de Candelaria.
Los Brezos
Hace 800.000 años, el enorme estratovolcán Arafo, que se situaba en los que hoy conocemos como Dorsal de Pedro Gil, se derrumbó súbitamente por su flanco sur. Todo el material fue arrastrado hacia el mar provocando un enorme tsunami que arrasó la costa oeste de Gran Canaria. De esta forma se originó el Valle de Güímar y, aunque posteriormente fue parcialmente rellenado por nuevas erupciones volcánicas, aún podemos observar las enormes cicatrices del socavón en la Ladera de Güímar y la Ladera de Chafa. Al abrigo de esta última se desarrolla esta ruta por el Monte de Los Brezos.
Las Goteras
En las medianías de las islas, a medio camino entre los matorrales costeros y la zona forestal, existe una formación vegetal conocida como bosque termófilo. Es el dominio de pequeños árboles como sabinas, acebuches y almácigos, entre otros, que conforman un bosque abierto de tipo mediterráneo. Lamentablemente, tras la llegada del hombre se produjo la destrucción casi total de este bosque, transformando su territorio natural en zonas de cultivo y caseríos. Hoy en día tan solo quedan pequeñas muestras de los bosques termófilos en lugares de difícil acceso. En el Barranco de Las Goteras podemos encontrar algunos contados supervivientes que atestiguan cuáles fueron sus dominios antaño.
Samarines
Desde el origen de las Islas Canarias, hace millones de años, se ha librado una dura batalla entre la lava, que intenta ganar terreno, y el mar, que se defiende y lucha por recuperar lo que es suyo. La guerra tiene un ganador seguro, pues cuando se agote la actividad volcánica, solo será cuestión de tiempo que las islas terminen desapareciendo bajo las aguas del Océano Atlántico. Pero eso no ocurrirá hasta dentro de millones de años. Mientras tanto, continúa la eterna confrontación entre el volcán y el océano, que queda perfectamente reflejada en paisajes como la costa de Samarines.