HISTORIA DE LA VILLA DE CANDELARIA
Escudo heráldico de la Villa de Candelaria .
Siguiendo a nuestro Cronista Oficial , Candelaria es un lugar cargado de historia y de obligada referencia para poder entender la historia de la isla de Tenerife. En candelaria se venera a la Patrona de Canarias, aparecida en este Valle de Güímar a los guanches. En torno a ella se instalaron prominentes familias guanches tras la Conquista de la isla de Tenerife en 1496, creando una peculiar simbiosis cultural entre lo castellano y lo aborigen. En Candelaria se asentaron, además, portugueses, extremeños, andaluces, descendientes de comerciantes florentinos con sus familias, todos ellos en busca de un lugar en la frontera, donde plantar raíces. Las personas que habitamos Candelaria en la actualidad, descendemos de todos ellos.
En Candelaria se levantó el principal santuario y el convento más suntuoso de Canarias, se construyeron también las principales fortificaciones costeras del Sur de Tenerife y su puerto o rada fue el más importante de la zona Sureste de la isla, siempre muy vinculado a la vocación marinera de su población. La peregrinación a Candelaria durante las fiestas de la Virgen, convirtió a este pueblo en lugar de encuentro para todos los habitantes de la isla en determinadas épocas del año. En Candelaria se desarrolló uno de los alfares más famosos de toda Canarias, llegando a exportar su producción hasta la Península y América, en el momento de mayor auge de su producción (siglo XVIII). Candelaria es un pueblo antiguo, uno de los más antiguos de la isla, pero empecemos por el principio
ÉPOCA ABORIGEN.
Antes de la Conquista, lo que hoy es el municipio de Candelaria, formaba parte del Bando o Menceyato guanche de Güímar (o Goymar) que se extendía –más o menos- desde la Punta de Guadamojete (actual Radazul), hasta el Porís de Abona . Era el segundo menceyato más extenso de la isla de Tenerife, después del de Taoro.
Menceyatos de Tenerife
Los guanches practicaban un régimen estacional de trashumancia costa-cumbre, determinado por la importancia de la ganadería para el sustento de su economía doméstica. En el término municipal de Candelaria se han localizado numerosos yacimientos arqueológicos que atestiguan la antigüedad del poblamiento.
No obstante, el acontecimiento que supondría un antes y un después en nuestra historia, fue la llegada o aparición de la Virgen de Candelaria o Chaxiraxi a los guanches. Según narra la tradición, el acontecimiento tuvo lugar hacia 1392, pero la mayoría de los historiadores actuales coinciden en afirmar que en realidad debió acontecer hacia la segunda mitad del siglo XV, unos 30 ó 40 años de la Conquista de la isla (1450-1460), cuando ya los guanches de este menceyato mantenían frecuente contacto e intercambios con los castellanos asentados en otras islas.
Virgen de Candelaria adorada por los guanches.
En un primer momento, la imagen fue colocada en la cueva o auchón del Mencey de Güímar, hasta que posteriormente un guanche de la comarca convertido al cristianismo, sugirió su traslado a un lugar donde pudiera atenderse mejor. El converso se llamaba Antón Guanche y él, junto con los otros guanches que le acompañaron para custodiar la imagen fueron los primeros habitantes del municipio. El lugar seleccionado para ello fue la cueva de Achbinico (ermita de san Blas en la actualidad) en la costa del municipio. Por tanto, fue este fue el primer asentamiento y lugar fundacional del pueblo de Candelaria. El acontecimiento tuvo lugar en la segunda mitad del siglo XV.
La ermita de san Blas, o cueva de Achbinico, lugar fundacional de Candelaria.
Hacia 1458, se había fundado en este mismo lugar, o en sus cercanías, un eremitorio de misioneros franciscanos, al frente del cual se encontraba fray Alonso de Bolaños, junto a otros compañeros. Este eremitorio ayudó a introducir el cristianismo entre los guanches del menceyato de Güímar.
TRAS LA CONQUISTA DE TENERIFE (1496).
El 2 de febrero de 1497, el Adelantado celebró en Candelaria – en la misma cueva de Achbinico- la primera fiesta litúrgica de La Candelaria o de Las Candelas, o fiesta de la Purificación de María, la cual ha seguido celebrándose ininterrumpidamente hasta la actualidad por lo que, sin duda, es una de las más antiguas de Canarias.
Según narra la tradición, en esa fiesta fueron bautizados los menceyes guanches sobrevivientes a la Conquista y ellos se encargaron de cargar en andas la imagen Virgen, como privilegio concedido por el propio Adelantado a ellos y sus descendientes.
Bautizo de los guanches en la cueva de Achbinico. Eduardo Bordanova Moreno, siglo XIX.
Al calor del santuario de la Virgen de Candelaria, fue creciendo el pueblo de Candelaria, en el siglo XVI el más poblado del valle y habitado casi en su totalidad por descendientes de los naturales guanches. Un gran número era descendiente de guanches principales de los diferentes bandos de la isla, o incluso de algunos menceyes.
El primer alcalde pedáneo fue Antón Albertos, hijo natural de una mujer guanche y de Alberto Ghiraldini, un importante comerciante florentino asentado en nuestra isla. Candelaria compartió alcalde con Arafo, Güímar y Fasnia desde mitad del siglo XVI hasta el siglo XVIII, en el que los diferentes municipios fueron escindiéndose. El último de ellos, Arafo en 1798.
Candelaria alcanzó su total independencia con la Constitución de Cádiz en 1812 y aunque hubo varios retrocesos, en 1836, adquirió definitivamente su plena autonomía.
Antiguo Ayuntamiento de Candelaria. Hoy es un centro cultural y de exposiciones.
Fachada del actual Ayuntamiento, erigido a fines del siglo XX.
Candelaria es un pueblo abierto al mar. Por ello, no debe extrañarnos que en el pasado la mayor parte de la población de la costa se dedicara a labores relacionadas con la pesca, marineros, carpinteros de ribera… y que durante siglos, ese fuera el sustento principal de su población.
Muelle pesquero en la actualidad.
La actividad pesquera se complementaba con la alfarería, produciendo los bernegales y búcaros que tanta fama dio a nuestro pueblo. Mientras la primera era una actividad fundamentalmente masculina, la alfarería fue una actividad femenina, dedicándose a ella gran parte de las mujeres de Candelaria. Hoy pervive en el Centro Alfarero de Candelaria, Casa Las Miquelas.
Alfarería tradicional de Candelaria.
En las medianías, en cambio la economía fue siempre agrícola y pastoril, lo cual llevó a una diferenciación nítida en los modos de vida de los habitantes de la costa y las medianías. En épocas de escasez, el trueque de los productos de las medianías por los de la costa, y viceversa, fue fundamental para la subsistencia de la población de nuestro municipio.
A principios del siglo XX, Candelaria se incorporó a la agricultura de exportación con la creación de fincas destinadas a la producción para la exportación a los mercados europeos: tomates, papas, productos hortofrutícolas e incluso flores. La apertura de diversas galerías en Araya e Igueste hacia la década de los 30 del siglo XX, proporcionaron aún más prosperidad agrícola al municipio.
Campesinos de Candelaria trabajando como peones en una finca de tomates en Punta Larga. Hacia mitad del siglo XX.
Candelaria hacia la 2ª mitad del siglo XX (principios década de los 60).
Como ocurrió en otros lugares de la isla, hacia la década de los 60-70, Candelaria se incorporó al desarrollo turístico, favorecida por la presencia del santuario de la Virgen, el buen clima, playas, buenas comunicaciones y cercanía a la zona metropolitana de Santa Cruz. El desarrollo turístico se inició en la zona de Caletillas con la construcción del primer hotel del municipio y algunas urbanizaciones. Postal turística de Las Caletillas con las primeras urbanizaciones en primer término
Postal turística de Las Caletillas. Hacia finales de la década de los 60 o principios de los 70. Siglo XX.
Posteriormente, ya en la década de los 80 se produjo un fuerte impulso y crecimiento urbanístico favorecido por la cercanía a Santa Cruz y La Laguna. De esta manera, al entrar en el siglo XXI, Candelaria era uno de los municipios que más rápidamente crecía en la isla de Tenerife. La tendencia ha continuado hasta la actualidad, no solo en la costa sino también en las medianías. El reto para nuestro patrimonio cultural y tradiciones es cuidarlo y mantenerlo como legado a la posteridad. Además, darlo a conocer no solo a los visitantes, sino también a los nuevos habitantes de nuestro municipio, pues aquellos pueblos que olvidan su pasado, carecen de futuro.