Saber más sobre la alfarería tradicional y Centro Alfarero de Candelaria

Saber más sobre la alfarería tradicional y Centro Alfarero de Candelaria

ARTESANÍA CANARIA

La artesanía es la habilidad de producir objetos mediante procesos en los que prácticamente no intervienen las máquinas. Estos elementos se caracterizan por ser bellos, pero sobre todo por satisfacer las necesidades de la cultura en la que se producen.

La artesanía de Canaria es producto de la fusión entre la cultura aborigen y la de otros pueblos que se han ido ejerciendo influencias. En la actualidad, cuenta con un amplio repertorio de oficios que abarca desde los tradicionales (probablemente heredados de la cultura aborigen como la alfarería, el curtido de pieles y la cestería), hasta los introducidos por los europeos tras la conquista (como el de herrero y vidriero). A estos se han sumado recientemente otros más modernos como los confeccionistas de traje de carnaval o los forjadores.

En el municipio de Candelaria ha destacado tradicionalmente la producción de alfarería tradicional, el hilado y la tejeduría. A finales del siglo XX, con la llegada de habitantes de otras latitudes, se han ido sumando nuevos oficios, lo que ha propiciado que en la actualidad existan más de treinta personas artesanas censadas que se dedican a oficios como la muñequería, productor/a de instrumentos, alfarería, joyería, tejeduría, cestería, confeccionista de trajes, ceramistas, purería, platería…. etc.

 

CENTRO ALFARERO DE CANDELARIA

Panorámicas del exterior e interior del Centro Alfarero de Candelaria.

 

El trabajo de la alfarería tradicional puede conocerse en el Centro Alfarero Candelaria.

El Centro Alfarero está ubicado en Santa Ana, casco histórico de la Villa y en otro tiempo uno de los núcleos de producción alfarera más importantes del municipio.

El centro tiene como objetivo la salvaguarda y difusión de la alfarería tradicional de Candelaria. Está compuesto por tres salas; en la primera, a través de imágenes se dan a conocer la historia de este oficio en el municipio.

En la segunda sala se exhiben vasijas antiguas representativas de la producción de Candelaria, clasificadas en función de los usos a los que se destinaron.

En el taller puede contemplarse en vivo el proceso de confección de estas vasijas.

Además, el centro cuenta con un punto de venta donde pueden adquirirse las piezas que en el taller se elaboran; así como un aula de formación donde se imparten cursos de artesanía.

 

ALFARERÍA TRADICIONAL DE CANDELARIA

Al igual que en otros pueblos de Canarias, en Candelaria ha pervivido una forma ancestral de hacer cerámica, a mano, sin el empleo de torno.

«En Candelaria hay fábricas de barros muy estimados, donde se fabrican bernegales, tinajas, jarros?, imitando a mano cuantas figuras les piden, las que bruñéndolas con almagria y aceite les sacan un admirable lustre. Se exportan para tierras de fuera; (América) y son muy apreciadas en España.»

D. Joaquín Ibáñez, marqués de la Cañada, comandante general de las Islas Canarias en 1780.

 

Esta labor se ha transmitido desde antaño de madres a hijas, aprendían desde niñas y guardaban celosamente los conocimientos adquiridos, legándolos exclusivamente a sus hijas como una herencia forzosa. La última continuadora de esta tradición en el municipio fue Inocencia Cándida Tejera Sosa, conocida cariñosamente como Candita.
Cándida Tejera Sosa, última alfarera tradicional de Candelaria.

Estas artesanas repetían diariamente, una y otra vez, el mismo proceso, sin pausa, para sacar adelante una cuantiosa producción que les asegurara a ellas y a su familia el sustento diario. El proceso actual de elaboración de las vasijas es el mismo que se ha empleado tradicionalmente en el municipio de Candelaria.

 

Preparación de la masa.

Izda. Hombres de Candelaria cavando barro 1978. Fotografía de Alicia Olga Castro Marrero y Rosa Fernanda García Expósito. Derecha. Terrones de barro de Candelaria

El primer paso consiste en la selección y la recogida de las principales materias primas, barro, arena y almagre, que en Canarias son de origen volcánico. Esta tarea se efectúa preferiblemente en los meses de verano, cuando las tierras están secas y son más fáciles de cavar.

Una vez en el taller se tienden y se dejan deshidratar al sol durante varios días para triturarlas con un palo o una piedra hasta hacerlas polvo.

Posteriormente se ciernen y se mezclan las tierras en polvo en diferentes cantidades en función de la vasija a realizar. Más tarde, se liga con agua hasta obtener una masa uniforme. A continuación, se amasa la mezcla obtenida con arena de cueva.

Terminado este proceso, el barro está listo para trabajar; a pesar de ello, las viejas alfareras preferían conservarlo varios días envuelto en paños húmedos para que la masa fuera más maleable.

 

Levantado de la vasija

Tradicionalmente las vasijas se han elaborado en un entorno sencillo, en el suelo, sobre una una tabla. Las herramientas más importantes para el trabajo son las manos de la persona alfarera, aunque para facilitar su labor los artesanos se han ayudado de diferentes herramientas sencillas, encontradas en su entorno: una cuchara, un trozo de caña, un arco de barril de vino o piedras de la mar -callaos-.

 

Algunas de las herramientas usadas tradicionalmente en la alfarería de Candelaria.

Para comenzar, se coge un trozo de barro con el que se elabora un cilindro con las palmas de la mano. Este cilindro se coloca en la superficie de trabajo, sobre la cual se ha extendido anteriormente una capa de arena para que la masa no se pegue. Golpeándola con el puño de la mano derecha y estirando la masa con el dedo índice de la misma mano se obtiene el fondo de la vasija.

Levantado de una vasija a partir de un cilindro de barro por la alfarera de Candelaria Cándida Tejera Sosa, 1978. Fotografía de Alicia Olga Castro Marrero y Rosa Fernanda García Expósito. Derecha. Terrones de barro de Candelaria

Para aumentarla en altura se cogen trozos de barro y se elaboran cordones, actualmente llamados churros. Estos cordones se superponen a la base y se estiran, de forma que la vasija va creciendo en altura. Una vez se ha llegado a la altura deseada se remata el borde haciendo una pinza con los dedos meñique e índice; si la forma del mismo es complicada los alfareros se ayudarán de un trozo de paño. Una vez levantada la pieza se suele dejar orear unas horas, antes de proceder a la colocación de las asas. Para ello, se toma una porción de barro, se forma el asa y se pega en la pieza; posteriormente se repasa con los dedos para mejorar la forma.

 

Acabado

La vasija se deja secar durante un día, momento en el que se comienzan las labores de acabado: raspado, alisado, pintado. La primera tarea consiste en adelgazar las paredes de la vasija por medio de una caña, un arco o una cuchara. El alisado, que se realiza inmediatamente después, consiste en la regularización de la superficie de la vasija por medio de callaos de mar de diferentes cualidades.

Algunas vasijas se colorean con almagria y a continuación se pulen o bruñen con un callao de mar muy liso.

 

Secado y Guisado

Para conseguir un secado adecuado la vasija debe mantenerse en lugar protegido de variaciones bruscas de temperatura. Es importante que las piezas no se expongan a factores agresivos como corrientes de aire, sol, ni gran humedad.

Al cabo de unas semanas se puede observar como las piezas van adquiriendo un tono más claro; esto indica que han perdido su humedad y que están listas para meter en el horno. Los viejos alfareros se aseguraban de que las vasijas estuvieran totalmente secas, por ello, antes de guisarlas las colocaban al sol.

Para guisar las vasijas, lo común es calentar previamente el horno con una calda de leña. Igualmente, las vasijas permanecen calentándose al sol en el exterior del horno. Una vez consumida la primera calda de leña, se colocan las vasijas en el interior del horno y se dejan durante una media hora para que absorban el calor del interior del horno.

El alfarero experimentado aprecia una leve variación de color que indica que las piezas han perdido humedad. Entonces procede a introducir leña; cada vez que se consume la carga se añade una nueva, y así sucesivamente hasta que se advierte que las vasijas están de color rojizo momento en el que se deja de añadir leña y se tapa la boca del horno y la chimenea.

Piezas de alfarería tradicional de Candelaria

 

Glosario

Alisados. Por lo general las piezas de alfarería se alisan varias veces tanto por la superficie interior como por la exterior. Este proceso contribuye a mejorar su aspecto y además hace la pieza más resistente. Los alisados más comunes son: el alisado con piedra porosa que se efectúa después del raspado. El alisado con piedra lisa que se lleva a cabo tras el anterior, y finalmente el pulido con una piedra muy lisa que se hace tras el almagrado.

Almagrado. También denominado almagriado. Consiste en pintar la vasija con almagre, barro rojizo que da a las vasijas su característico color rojizo.

Amasado. Proceso mediante el cual se liga la masa de barro con arena de forma que la misma es homogénea.

Arena. Las alfareras canarias añaden a la masa de barro arena para darle más durabilidad ante el secado y el guisado. En Candelaria la arena se recoge en la costa, en cuevas cercanas al alfar. Antes de añadirla al barro se cierne y si aparece algún terrón se machaca con una piedra.

Barro. El barro empleado se recogía en la zona de medianías del municipio. Existen diferentes lugares de extracción denominados barreros. Cada uno de ellos da un barro de diferentes características. Uno más fuerte o plástico, otro más flojo con arenas.

Bruñido. Consiste en el alisado de la superficie de la vasija mediante el empleo de una piedra de mar brillante.

Churros. Cordones cilíndricos de barro que se emplean para aumentar la vasija, también se denominan bollos o cordones, esta última denominación era la empleada en el municipio de Candelaria.

Herramientas. Las herramientas usadas por los alfareros tradicionales se pueden clasificar en herramientas para raspar, una caña seccionada a la mitad, u trozo de aro metálico de barrica y una cuchara. Para alisar se empleaban varios callaos de diferentes tipos, lisos y porosos. Para terminar el borde se valían de un trozo de paño. Un elemento fundamental en todo el proceso es el agua, por ello el alfarero siempre se acompaña de una vasija llena de agua.

Guisado. Se denomina guisado al proceso de cocción de las vasijas. Éste se realiza en horno de leña de una sola cámara, donde confluyen las vasijas y la leña. Sistema que produce muchas roturas en las vasijas; por ello las alfareras de Candelaria idearon un sistema sencillo que consistía en separar las vasijas de la zona de combustión por medio de una estructura de piedra a la que posteriormente añadieron planchas de hojalata.

Raspado. Adelgazado de las paredes de las vasijas mediante el empleo de una caña, un arco de barril, o una cuchara.

Urdido. Técnica de elaboración de las vasijas de barro por medio de cilindros de barro- churros.