Cueva situada en la costa del antiguo bando de Güímar, hoy perteneciente al municipio de Candelaria, en el sur de la Isla. Según algunos autores, el topónimo “Achbinico” se traduce como “he aquí el derrame” y es que esta cueva, orientada al naciente, era usada para el ordeño de las cabras y, conforme sugieren las investigaciones arqueológicas, para la realización de algún tipo de culto. A ella fue trasladada por los guanches la primitiva imagen de la Virgen de Candelaria. Tras la conquista de Tenerife, el 2 de febrero de 1497 se celebró en ella la primera Fiesta de las Candelas y posteriormente ejerció de primera parroquia comarcal. En 1526, tras el traslado de la Imagen a un nuevo templo, pasa a denominarse Cueva de San Blas. Tras el incendio de la antigua Basílica y del Convento de los Padres Dominicos, la imagen retorna a la cueva y en 1789, se construye la capilla anexa que hoy vemos.
Uno de los lugares más emblemáticos en la historia de la Villa de Candelaria. Situada a escasos minutos de la plaza, se puede visitar la Ermita de San Blas y si entramos en el interior, nos sorprenderá una pequeña cueva donde hoy todavía se recuerda a la imagen de la Candelaria con una reproducción. La Cueva de Achbinico fue el lugar elegido por los guanches para su culto. Quizás esta elección pudo haber estado relacionada con su mundo mágico-religioso, pues tras su traslado a la cueva, la imagen adquiere un valor simbólico como representación de un ser superior femenino que formaba parte de su cosmogonía. Lo cierto es que las investigaciones arqueológicas han confirmado la presencia aborigen en este espacio. Posteriormente, esta cueva también tuvo especial relevancia para la gente del lugar ya que, hasta el primer cuarto del siglo XVI, fue el único lugar destinado como receptor de enterramientos en todo el Valle de Güímar. Pasados los años se construyó, en las cercanías de esta cueva, una ermita dedicada al culto de la Virgen de Candelaria. Por tanto, desde 1526 la Cueva de Achbinicó está dedicada a San Blas, festividad que continúa celebrándose el 3 de febrero. La capilla donde hoy vemos la imagen de San Blas, se anexó a la cueva después del incendio que destruyó la antigua Basílica y Convento en 1789. La escultura de San Blas, tallada en madera, es obra de Fernando Estévez. La última reforma que tuvo este edificio fue en el año 2000, fecha en la que se colocó una reproducción del primitivo icono de la Candelaria. Hecha en bronce, es obra del escultor güimarero Ángel Bermúdez.